domingo, marzo 27, 2011

LOS MOLINOS Y SUS 400 AÑOS CABALGANDO CON EL QUIJOTE

LA FAMOSA ESCENA que inmortalizó a los molinos de viento de la región de La Mancha, España, descrita por el español Miguel de Cervantes Saavedra en el capítulo VIII de su novela "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha". EL COMENTARISTA les cuenta la curiosa historia de estos molinos, visitamos uno y nos trajimos lo que pudimos.

MOLINO DE VIENTO EN LA POBLACIÓN DE MADRILEJOS, (TOLEDO), zona de La Mancha. A la derecha ve las aspas; a su izquierda, el palo de gobierno. Lo primero que hacía el molinero era analizar la dirección del viento. Una vez determinado el lugar por donde soplaba, ese palo, lo agarraban entre dos y le daban vueltas al techo que daba vueltas en 360 grados. ¿A que no lo sabía?
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Por: Héctor Sarasti
EL COMENTARISTA


...Campos de Criptana, Madrilejos, Pedro Muñoz, Consuegra  y El Toboso (Toledo) España...

“Y en esto descubrieron 30 o 40 molinos de viento que hay en aquel campo y, así como Don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas, mejor de lo que acertáramos a pensar... ¿Ves allí, amigo Sancho Panza,  30 o poco más gigantes con quienes pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas y con cuyos restos empezaremos a enriquecer?... que esta es buena guerra y es gran servicio a Dios quitar tan mala simiente (semilla) de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes?, dijo Sancho Panza
-Aquellos que allí ves -respondió su amo- los de los brazos largos que suelen tener, algunos, casi dos leguas...”
-Mire, vuestra merced, aquellos que allí se parecen no son gigantes sino molinos de viento y lo que parecen brazos no son sino las aspas que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino...”
(Capítulo VIII del libro El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, que cuenta “del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice (sic) recordación).

“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...” es, sino la más conocida de las introducciones literarias de las que se tengan noticia en el idioma español, si una de las más citadas por el común y no común de las personas; esto pese a que, contradictoriamente, hace parte de una de las novelas  menos leídas a cabalidad...¡¿Cómo?!...

Bueno, si vuestra majestad se leyó El Quijote de cabo a rabo sépame excusar tal ex abrupto pero, por si las moscas, afírmeme de buenas a primeras, sin buscar, ¿En cuánto y en qué moneda tasaron cada uno del total de pliegos que usted sabe tuvo la obra en el año en que salió a la venta, como también es de su conocimiento? Además, ¿Quién era Cide Hamete Benengali? ¿Cuántas salidas hizo El Quijote?¿Cómo se llamaba la mujer de Sancho Panza? ¿Y cómo el famoso “Bachiller”?¿Quién era Aldonza Lorenzo?¿Contra qué topó  el Quijote en El Toboso?¿Qué le pasó a Don Quijote en La Cueva de los Montesinos? Y, para terminar de tumbarle la breva, eso sí muy respetuosamente, querido lector, ¿Don Quijote murió en una cama o en franca lid, de caballero? y dando esta respuesta, afirme ¿cuáles fueron sus últimas palabras?

¿Que...que...que...ta...ta...ta...eh...eh...eh...huhumm...huhumm...huhumm... cof, cof, cof..emm? No se preocupe, amabilísimo amigo, no tartamudee ni se atosigue en las respuestas que, ni leyéndolo, el 90 por ciento de las personas se acuerdan de esas respuestas lanzadas así a mansalva y a mala leche. Pero, cómo este no es lío que nos concita aquí sepa que hablaremos de los Molinos de Viento que aún se conservan en España y que dieron pie a la recreación de parte de la obra de este Hijo de Algo o Hidalgo al que un día se le “secó” el cerebro de leer tanta novelas de caballería.

Y es que la historia irreal de El Quijote y, en particular, de los Molinos de Viento se recrea en un escenario real de España que aún podemos ver, oler, palpar, oír y saborear en la actualidad y que abarca el centro y parte del sureste de ese Reino, llamado actualmente Castilla-La Mancha así como, en general, otros lugares visitados por “El Caballero de La Triste Figura” (Barcelona) en las salidas que hizo  en las páginas de ese libro publicado, en dos partes, por primera vez en 1.605, al costo de 3 ½ maravedíes (una de las monedas de la época) tal y como tasaron cada uno de los 83 pliegos que tuvo de extensión ese manuscrito  que  Cervantes atribuye la autoría a un árabe norteafricano llamado Cide Hamete Benengali quien habría contado el deambular que hizo ese caballero y que, en no pocas veces, enemistó -sin quererlo- a Sancho Panza con su esposa Teresa Panza o Teresa Cascajo o Mari Gutiérrez o Juana Gutiérrez, los cuatro nombres con los que enigmáticamente “El Manco de Lepanto” citó a la misma persona en su famoso libro que cumple ya 406 años.
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DISTRIBUCIÓN DE UN MOLINO POR DENTRO.

CESTA CON LA QUE EL MOLINERO hace 400 años subía el grano a la sala de molienda, del primer al tercer piso.

EDIFICANDO UN molino. El techo era móvil luego su construcción se hacía con finas maderas, como Palosanto.


AMARRE DE LAS TELAS A LAS ASPAS. Eran muy bien agarradas para que no se cayeran o rompieran fácilmente.


PARTES DEL MOLINO. EN GRAFICOS. SE OBSERVAN las partes de estas moles que aún se conservan en España.


Traídos al caso, los molinos de viento surgen -al menos documentalmente- en España a mediados del siglo XVI, en esa  región de Castilla-La Mancha. Región que se divide en este presente en cinco provincias:  Albacete, Ciudad Real, Guadalajara, Cuenca y Toledo; la cual para ese entonces pasaba una gran sequía y se sirvió de esas moles cilíndricas, de cal y piedra, con aspas para proveer de alimentos a los lugareños que veían la despensa vacía de todo menos de harina de trigo y otros cereales que procesaban allí gracias al viento (Energía eólica) que mediante un mecanismo rústico, pero muy efectivo e ingenioso, trituraba el cereal entre dos piedras separando la cáscara del grano y que habían traído, parece ser, desde Israel los cruzados o guerreros de esa época.

En resumen, ¿para qué se utilizaba un molino de viento? Así de claro, para moler, como se dijo, grano. ¿Quiere que lo sorprenda?¿Si? El techo de esos molinos de viento no era fijo, el mismo podía moverse 360 grados en círculo con el fin de que el molinero pudiera colocar las aspas de cara al viento. ¿A que no lo sabía?... Yo tampoco hasta que pude ver uno en vivo y en directo y agarrar el famoso palo de gobierno que ya le contare...

-“¡No huyan!, ¡cobardes y viles criaturas!, que un solo caballero es el que os acomete.... Levántose en esto un poco el viento y las grandes aspas comenzaron a moverse...

Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo...”


EL MOLINO DE 400 AÑOS...

En la Castilla-La Mancha los molinos de viento se edificaban en las cumbres de las montañas que rodean estos valles plagados de ellas, cuya mayoría se pueden asemejar -para dar una idea- a grandes olas en pleno mar, pero de tierra, que se levantan sobre un terreno llano de color marrón u ocre.

Estos molinos son edificaciones perfectamente circulares que diseñaban hace más de 400 años y cuya circunferencia perfecta se trazaba colocando un palo en el centro del terreno elegido y con una cuerda, de 6 metros que hacían girar, demarcaban en qué lugar se levantaban las paredes de piedra.  Así  no se vea a simple vista, internamente todo molino tenía tres niveles, o pisos, ni uno más, ni uno menos. Esto por la necesidades mismas de la molienda que en su orden eran:  el silo, la camareta y y el moledero.

En la primera planta estaba el silo o cuadra: era el lugar donde el molinero dejaba la mula, la cabalgadura y otros elementos de labor cotidiana. Permitiéndome la animalada que afirmaré sería el parking o estacionamiento con almacén. De este lugar para arriba comenzaban las escaleras en caracol que comunicaban las tres estancias.

En la segunda planta, la camareta, se guardaban los utensilios de la molienda y los lienzos o grandes telas que se colocaban a las aspas para que, una vez amarrados a ellas, se pudiera generar el preciado movimiento que hacía la molienda.

Y en la tercera planta, sala de molienda o de piedras era todo. Lugar este al que, sin duda, se le puede comparar con una sala de máquinas que en cumplimiento de la exacta teoría de la resistencia al viento hacía posible que los inmensos brazos de madera del molino se movieran y produjeran el molido del grano, que el molinero vertía entre las dos piedras: la volantera, la de arriba que se mueve; y la solera, la de abajo, y que era fija. Ambas piedras podían medir más de 8 metros y tener un groso de 12 centímetros. La fricción entre ellas permitían al grano separarse de la cáscara.

Las aspas se mueven cuando las telas ofrecen resistencia o impiden el paso del viento a través de los brazos. Este fenómeno físico hacía mover un complejo sistema de engranajes de piezas, en madera, que se lubricaban con aceite de animal (cerdo) y que, para no amargarles el dulce, se los resumo así: el tronco central que sostiene perpendicularmente las aspas trasmite el movimiento a una rueda dentada (“catalina”) que está internamente y bajo el techo en la mitad del tronco, a manera de anillo, en lo alto (Vertical).

Ésta trasmite el movimiento a una rueda pequeñita que esta a lo ancho (horizontal) la misma que arrastra un palo largo que tiene en la punta de abajo una pieza que encaja perfectamente en la piedra superior, de las dos que hacen la molienda.

Ambas piedras planas se encargan de triturar el grano y dependiendo del tipo de grano sacaban o harina para consumo humano o para el consumo animal. Piedras planas, a la que se le tallaban surcos, con pico y martillo, muy precisos para que molieran

El grano no se compraba ni se vendía sino que, por lo general, era sujeto de trueque, tu me das yo te doy y todos tan felices. O sea, es decir, me explico, me deje decirle, me yo expla, me... me... lo que sea... el molinero recibía del campesino una cantidad de grano para que lo pilara. Una vez separada la cáscara del trigo, el procesado, el molinero se quedaba con una parte exacta que acordaba con el dueño del cereal

Siendo estas medidas muy exactas y muchas de ellas dejadas del mundo árabe cuando habitó en la península ibérica (Del año 711 a 1.492) y del mundo romano mismo (-200 A. de C. al 400 D. de C.) Para las cuantificar  las harinas o áridos o granos existían medidas como el ochavillo, el ochavo, el quinto, el cuartillo, el celemín, la cuartilla o media fanegada, la fanega, la carga y el cahíz.  Baste decir que eran medidas que iban de menor a mayor en cuanto a cantidad y que muchas se ellas se medían tomando como referente un cajón, un cajoncito, un cajoncillito, un cajoncititito y así todo lo demás. (Si me pongo a explicarle esto nos quedamos usted y yo, amigo, hasta que San Juan agache el dedo. Gracias por la comprensión).

La mayoría de molinos de viento que hay en España, o de los pocos que quedan, se concentran en la zona de Campos de Criptana. Esta zona fue inmortalizada en la narración de El Quijote, así como el general La Mancha. Escenarios que no solo tuvieron en los molinos coprotagonistas sino también las sierras, las montañas, las ventas de comida y hostales a pie de carretera que aún se ven por estas tierras.

Quedará, por siempre, la duda de ese “Lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...”, así salgan mil teorías afirmando que era tal y cual... lo cierto y comprobable es que  Siervo Antes, de donde deriva el apellido Cervantes, dejó con su pluma por los siglos de los siglos las miles de instantáneas de una tierra tan citada pero poco recorrida por las gentes del mundo, fuera de las páginas de Don Quijote de la Mancha.

Así que si le sobra uno que otro maravedí de su molienda, no lo dude, ¡váyase a recorrer los pasos de El Quijote!

“...Calla, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio que me robó el aposento y los libros, ha vuelto a estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad de mi espada.
 -“Dios lo haga como puede, respondió Sancho Panza”. 


FIN.

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Nota. Querido amigo: si esta crónica ha sido de su agrado y considera oportuno de que la conozcan sus amigos mucho agradecerá EL COMENTARISTA que la reenvíe, como mínimo a cinco contactos, por correo electrónico o que la publique o replique en facebook.com, en twitter o en cualquiera de las redes sociales. Tenga la certeza de que se ha hecho con rigor periodístico y objetividad y, sobretodo, con más amor que rentabilidad. Gracias. H.S.

ESTAS SON LAS ASPAS QUE ENFRENTÓ DON QUIJOTE. Sólo que las que él embistió tenían puestos los telares para que giraran. Las inmensas telas se amarraban a esos palos de una manera segura y no se colocaban si el viento que soplaba era poco y menos se dejaban si era mucho. Es decir, solo se colocaban si soplaban vientos entre 4 y 7 metros por segundo. Algo que ellos conocían muy a su manera.

EL FAMOSO TECHO. Este techo gira. El molinero tenía, por lo general, un telescopio rústico que sacaba por esas ventanitas y miraba los demás molinos de alrededor. Como estuvieran colocados él colocaba el suyo.Este era uno de los métodos para ubicar las pesadas aspas.

MOLINOS DE MADRILEJOS. A la derecha se ven dos conservados, a la izquierda, uno al que el paso del tiempo le dio lo suyo. Como se observa están en lo alto de una pequeña montaña. Castilla-La Mancha, la tierra de El Quijote, tiene este tipo de paisaje. En verdad, un inmenso gusto de EL COMENTARISTA haber visitado tan histórico lugar.


EL MOLINO EN TODO su esplendor. Al fondo, el paisaje manchego.

¿Cómo le parece este paisaje?... a El Quijote, unos gigantes...¿Y a usted?

Molino de viento enmarcado por los valles de Castilla-La Mancha.



EL AMARRE ESTRE EL PALO DE GOBIERNO Y LA HORQUETA que lo sujetaba debía ser fuerte para que no se cayera. No pocas veces el molinero enfrentaba todo tipo de problema a la hora de pilar grano, desde la caída del palo de gobierno, hasta el desnivel de las piedras, por no mencionar la falta de viento.

EL ALAMO, EL PINO, LA ENCINA Y OTRAS MADERAS duras eran las adecuadas para hacer todo el entramaje de madera. Eran llevadas desde diferentes sitios de España

ESTA AGARRADERA O ASA tejida en cánamo o cuerda vegetal servía para agarrar los telares a las aspas. En la foto se observa, una, la que rebordeaba las telas y les daba firmeza y, dos, el asa a través de la cual se pasaban los amarres. ¿Listo, ah? Y eso que era hace 400 años...

EL BORRIQUILLO permitía que girara el techo, iba por dentro.

ESTE ERA EL CATALEJO o pequeña mirilla con la que establecían la dirección de los vientos.


Medida para la harina: fanega.
Medida para la harina: celemin.
Con esto hacían las hendiduras en la piedra dura o pedernal. Con frecuencia debían retorcarse los surcos por cuanto la fricción entre ambas piedras en la molienda los desgataba.

"CATALINA" o rueda vertical que transmitía el movimiento a otra más pequeña, que se ve en la parte baja derecha.
Tres medidas: fanegada, media fanegada y celemin. Estas eran las que usualmente se usaban en los molinos de Castilla-La Mancha. Vertiendo la harina allí y dejándola a ras se hacían las mediciones y las transacciones.

BULTO DE LA ÉPOCA Y UN PESO.

COMO SE CONSTRUÍAN EN LA ANTIGUEDAD. Aquí montando una de las aspas.

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