jueves, junio 23, 2022

DOS SERES INOLVIDABLES DEL PERIODISMO ECUATORIANO

Licenciado Galo Martínez Merchán y periodista Germania Salazar Ichazo. Fallecidos. 


Corría acaso finales de 2019. Quien escribe era el Editor General del diario EXTRA,  de Ecuador, el dueño del periódico me mandó a llamar para tratar varios temas. 
De repente me dijo: 
 -Licenciado Sarasti ¿y cómo sigue la hija de mi amigo, esta señora… ? 
Reflexioné y deduje que me preguntaba por la veterana periodista y singular persona Germania Salazar, casi tres décadas empleada en Gráficos Nacionales S.A., hija de un coideario político del Licenciado, que se la llevó un día de hace muchos años para que le diera trabajo cuando ella era un muchacha de poco más de 25 años. 
-“Sigue enferma, tiene la menor carga laboral posible por su cáncer, pero me ayuda con la sección de consejos Doña Esperancita”. 
-“Buena sección, me dicen que gusta mucho por la manera en que ella responde las consultas del lector…”, acotó. 
Prosiguió: “Al ingeniero (Francisco) Herrera le gusta mucho la sección, él es el que me cuenta”. Herrera es el Gerente General de Granasa.
-“¿Qué podemos hacer para ayudarla?”, me preguntó el Licenciado. 
-“Pensionarla, ya cumplió el tiempo y los requisitos de ley”, atiné a decirle por reflejo más no por premeditación, pues pocos días antes había hablado casualmente con ella sobre su situación laboral. 
La había visto decaída y le dije que se fuera para su casa. La entonces discrecionalidad del empleador ecuatoriano para pensionar, o no, a una persona era un obstáculo. Pero, ella guardaba la esperanza de que pronto sería una realidad pasar el retiro remunerado. 
El Licenciado Martínez levantó su teléfono y llamó a la persona dentro de su empresa que le manejaba esos temas. Le pidió que, si era así la situación de ella, él autorizaba esa pensión. Que procediera. La persona le confirmó de inmediato:
-“Licenciado, sí puede pensionarse”. 
-“Pensiónela”, ordenó a su interloctura, mi siempre admirada Jefe de Personal, Nubia Bravo. Un siempre estilizada, diligente y eterna mano derecha del Licenciado y de su hijo, Galo Martinez Leisker.
-“Algo más, Licenciado Sarasti? 
-“No” 
-“Salúdemela de mi parte”, me dijo. Salí contento de la oficina del Licenciado. Había logrado algo que me alegraba, esta vez sin proponérmelo, pero sí deseándolo.
He de reconocer que quisé mucho a “mi loquita”, como le decía yo a Germania cuando quería que ella me intratara a su feroz manera de decir las cosas. 
A mi afirmación ‘cariñosa’ de "Loquita" seguía una sarta de palabras duras de parte de la citada propias de la calle donde ella y yo nos hicimos periodistas de prensa popular. 
Con Germania estuve como periodista en tiroteos, atracos, incendios, huelgas, peleas, crímenes, exorcismos y cuanta cosa se cruzara y diera por llamarse periodismo.
Nos unió la pasión por la prensa popular. Fui su coordinador por allá en 1996 y, su jefe, entre el 2018 y 2020. 
De carácter fuerte y ajena a protocolos, Germania era un volcán en erupción. Que lo digan quienes la trataron. 
Por casualidad al salir de la oficina del dueño con la buena nueva de la pensión me la topé de frente.  Sonriendo la llamé: 
-“¡Germania!, ¡Germania!” 
-“¿Qué fue ñañito?”, me respondió con ese apreciativo ecuatoriano que significa amigo entrañable o hermano,
-“Te tengo una mala noticia…”, le dije muy serio 
-"¿¿¿¡¡¡qué!!!???", dijo sonoramente.
-"¿Y ahora qué pasó?", refutó.
-"¡Te me largas!", repliqué.
-"¿No entiendo?"
-"¡Que ya no tendré que pelear ni desayunar alacranes contigo porque sí y porque no 
-"¿No entiendo nada?", reflexionó
-"¡Que el Licenciado acaba de autorizar de que te pensionaras!
-"¡No me mientas!, ¡No me mientas que tu sabes como soy yo!", me amenazó.
-"¿Verdad, ñaño?" 
-"Sí, te pensionarás… acaba de autorizar a la Jefe de Personal para que avance en ese camino".
-"¡¡Gracias, ñañito!!" 
-"Nada de gracias, agradécele al Licenciado.. 
-"¡¡¡Estoy feliz!!!", me dijo.
Germania Salazar murió casi al año después de comenzar a recibir su pensión. 
Fue feliz el poco tiempo que le quedó desde esa anécdota que llevó grabada en el corazón, "huella de noble sentimiento, soportando el paso del tiempo y de grata recordación", como dice un vallenato. 
Ahora, partió el hombre que transformó el llanto de Germania Salazar en risas, su jefe, Galo Martínez Merchán. 

Descanse en paz, Licenciado.

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